Sentada en
una de las lujosas terrazas del crucero, ella observa con detenimiento el
horizonte. Las islas griegas le recordaban tanto a un antiguo verano que vivió
en Malta. Pero, aun que estaba en uno de los pasajes mediterráneos más
deseados, solo podía pensar en él.
Se paseó
durante varias horas por el barco en busca de alguien que tuviese fuego para
encender su cigarrillo, pero no solo con ese objetivo se paseaba. Iba a ser un
viaje largo y para no arruinarse sentimentalmente necesitaría distracciones.
Distracciones que solo podrían otorgarle otros tripulantes turistas. Conocer
gente nueva nunca le había supuesto un problema, además lo disfrutaba. Pero su
objetivo actual no era ese. Situó una de las mas solitarias terrazas y se
sentó. Perdiendo su vista en el mar, sus pensamientos navegaban por sus
recuerdos amorosos. Lo que más deseaba en ese momento era compartir sus vistas con él. Aunque no
conversasen, su sola presencia le transmitía paz, tranquilidad y felicidad.
¿Dónde estaba él ? Perdido por Europa conociendo nuevos parajes, costumbres y
gentes. Volvería dos días después que ella, aunque se fue 2 semanas antes.
Iniciar una
relación, derrumbar tus barreras y darlo todo porque consideras que has
encontrado a una persona que marcara un antes y un después en tu vida
sentimental da miedo, porque sufrir otra vez es lo último que quieres cuando
has confiado en la idea del amor repetidas veces.
Antes ella
consideraba que el amor era como un ring de boxeadores, en el cual esa perfecta
y dulce sensación continuaría los asaltos que soportaría peleando y finalizaría
cuando el amor le achacase un duro golpe en la cara que la dejaría
inconsciente. Después de eso solo le quedaría recuperarse del combate, en
proporción a cuan duro y largo hubiese
sido se estimaría el tiempo de recuperación y reconstrucción de su cuerpo,
sentimientos e ideas. Porque se ha de admitir que cada vez que el amor te tumba
en el ring, no tienes la misma percepción de él. -Considero que la gente más
apasionada, natural y valiente sigue creyendo en el amor como lo hizo la
primera vez. - Pero de normal para el próximo combate te vuelves mas
desconfiado, agresivo y sobre todo en vez de atacar, estas levantando tus puños
a la defensiva, observando detenidamente como actúa tu oponente, intentando
adivinar su próximo movimiento.
Pero esta
vez al subirse al ring más preparada que nunca se encuentra con un contrincante
extraño, solo lleva unos guantes azules como defensa, al contrario que su
oponente femenina que está protegida con espinilleras, casco, sus desgastados
guantes rojos y las vendas que le suben hasta el codo. Ella levanta los puños
en actitud defensiva lista para comenzar, él simplemente se queda mirándola.
Suena la campana, el combate empieza animado por todos los espectadores
representados por los amigos familiares y conocidos. Los boxeadores se observan, ella lanza el
primer puñetazo pero él lo esquiva. Perpleja por la rapidez de su adversario lanza
un segundo puñetazo, esta vez le coge el brazo y la tira al suelo, con fuerza
para lograr su objetivo pero dulcemente para que no se haga daño. Rápidamente
se levanta y se pone en actitud defensiva. Durante diez minutos la escena no
cambia, él con los puños bajados y ella en su posición, solo se observan.
Entonces él se quita los guantes y se le acerca muy lentamente. Suavemente pone
las manos sobre los suyos empujando hacia abajo sin ningún esfuerzo, solo el
peso de las manos, para que baje la defensa. Le quita el casco y los guantes
sin dejar de mirarla. Ella como hipnotizada por sus grandes ojos azules obedece
físicamente a lo que le está pidiendo, sin oponer ninguna resistencia. Las
defensas caen al suelo. Entonces se abrazan apasionadamente como si quisiesen
expresar lo cansados que están de luchar, caer y recuperarse. Porque al mirarse
sinceramente a los ojos ven reflejado en el otro un sentimiento de
complementación que nuca habían experimentado y saben que la próxima vez que se
suban al ring lo harán juntos, para luchar juntos contra adversarios que les
amenacen. Y cuando uno caiga el otro estará en píe para defenderle. Ahora en
vez de recuperarse solos de las peleas se tendrán el uno al otro.
Los pocos
espectadores del publico que no se vieron conmovidos por la escena, ya que
todos son boxeadores que ansían llegar a eso, abandonan la sala decepcionados
por el espectáculo. Pero solo uno se levanta indignado hacía el ring, gritando,
expresando su desaprobación con comentarios hirientes al mismo tiempo que les
arroja cosas con la intención de hacerles daño. Es el entrenador de ella, que
se sube al ring enloquecido por la rabia directo hacía él. Pero su camino se ve
interrumpido por ella que le lanza un puñetazo, con la mano desnuda, que le
tumba y le deja k.o.
Está claro
que no son boxeadores jubilados y de momento ninguno de los dos tiene la
intención de serlo, pero ahora él cura sus heridas, y ella espera hacerlo en un
futuro.
Y es por eso
que ella no puede disfrutar de los parajes mediterráneos, se ha separada
demasiado tiempo de su boxeador y lo añora.....